miércoles, 10 de abril de 2013

enamorada de la buena lectura


"..... Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro...."

Esto lo escribió José Luis Sampedro, el hospital al que hace mención es el hospital en el llevo trabajando casí 40 años y la abnegada empleada era Magdalena.
Magdalena procedía de la hemeroteca de la Facultad de Medicina; no sé exactamente a quien se le ocurrió la idea de crear la Biblioteca del paciente, pero sin duda fue Magdalena la que le dio forma y vida, no paraba, visitaba las salas para acercar los libros a la cama del enfermo, aceptaba las donaciones de libros vinieran de donde vinieran, algunos aprovechabamos para ganar espacio en la biblioteca de casa llevandole libros ya leidos o “deshaciendonos” de los cuentos infantiles de nuestros hijos ya crecidos, las agradecia siempre con una amable nota, recuerdo y conservo la que le dirijió a Lucia cuando le llevé unos cuentos y juegos educativos para la sala de Pediatría, mi hija aún era una niña pequeña pero con la nota de agradecimiento valoró la importancia del gesto generoso que suponia el desprenderse de sus juguetes y cuentos; llevaba al día “su base de datos” en fichas de cartulina... lo que había entonces, luego con ayuda de uno de los informáticos del hospital crearon una base de datos informatizada, la lista de los libros disponibles era cada día más y más larga; pero a Magdalena le llego la edad de jubilación y toda su ingente e impagable tarea se diluyó como un dulce terrón de azucar en un lago. Desde febrero de 2007 la biblioteca no funciona. De Magdalena y de la biblioteca solo queda el recuerdo en algunos de los que la conocimos y admiramos su labor y encontramos en la lectura un placer.

La muerte de José Luis Sampedro hace unos días y la próxima celebración del día del libro me ha motivado para escribir este post; sea mi pequeño homenaje a Magdalena una persona singular, discreta, culta y enamorada de la lectura, Magdalena sin apellido porque en el hospital no hacía falta nada más para referirnos a ella.

* enlace a la Web del texto de J.L. Sampedro


4 comentarios:

Amalia dijo...

No sabes lo que disfruto con tus posts, me encanta leerte, es maravilloso, me declaro fan absoluta de este blog, es el mejor de todos! Y no es amor de sobrina, algo habrá pero eres 10!

Lales dijo...

He buscado en Google y como no podía ser de otra manera he dado con los apellidos de Magdalena, son Navarro Cabrera, creo que debía de completar la información.

Lales dijo...

Gracias Amalia, no tienes idea de como animan comentaruios como los tuyos, ya sé que eres mi sobrina, pero como tu sabes bien , no eres una sobrina cualquiera.
Un beso.

mera dijo...

Que sepas que en este mundo misterioso, muchos que leemos, seguimos y admiramos no comentamos. El Thatcher tambien me gustó mucho, aunque soy un enamorado de los materiales modernos. Ánimo y adelante! Y no soy tu sobrino.