"..... Y aún más años después descubrí
otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al
paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares
como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una
empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose
por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la
administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos
a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la
lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al
hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas
actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos
hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su
labor en favor del libro...."
Esto lo escribió
José Luis Sampedro, el hospital al que hace mención es el hospital en el llevo
trabajando casí 40 años y la abnegada empleada era Magdalena.
Magdalena procedía
de la hemeroteca de la Facultad de Medicina; no sé exactamente a quien se le
ocurrió la idea de crear la Biblioteca del paciente, pero sin duda fue
Magdalena la que le dio forma y vida, no paraba, visitaba las salas para
acercar los libros a la cama del enfermo, aceptaba las donaciones de libros
vinieran de donde vinieran, algunos aprovechabamos para ganar espacio en la
biblioteca de casa llevandole libros ya leidos o “deshaciendonos” de los
cuentos infantiles de nuestros hijos ya crecidos, las agradecia siempre con una
amable nota, recuerdo y conservo la que le dirijió a Lucia cuando le llevé unos
cuentos y juegos educativos para la sala de Pediatría, mi hija aún era una niña
pequeña pero con la nota de agradecimiento valoró la importancia del gesto
generoso que suponia el desprenderse de sus juguetes y cuentos; llevaba al día “su
base de datos” en fichas de cartulina... lo que había entonces, luego con ayuda de uno de
los informáticos del hospital crearon una base de datos informatizada, la lista
de los libros disponibles era cada día más y más larga; pero a Magdalena le llego la
edad de jubilación y toda su ingente e impagable tarea se diluyó como un dulce
terrón de azucar en un lago. Desde febrero de 2007 la biblioteca no funciona. De Magdalena y de la biblioteca solo queda el
recuerdo en algunos de los que la conocimos y admiramos su labor y encontramos
en la lectura un placer.
La muerte de José
Luis Sampedro hace unos días y la próxima celebración del día del libro me ha motivado
para escribir este post; sea mi pequeño homenaje a Magdalena una persona
singular, discreta, culta y enamorada de la lectura, Magdalena sin apellido porque en el hospital no hacía falta nada más para referirnos a ella.
* enlace a la Web del
texto de J.L. Sampedro
4 comentarios:
No sabes lo que disfruto con tus posts, me encanta leerte, es maravilloso, me declaro fan absoluta de este blog, es el mejor de todos! Y no es amor de sobrina, algo habrá pero eres 10!
He buscado en Google y como no podía ser de otra manera he dado con los apellidos de Magdalena, son Navarro Cabrera, creo que debía de completar la información.
Gracias Amalia, no tienes idea de como animan comentaruios como los tuyos, ya sé que eres mi sobrina, pero como tu sabes bien , no eres una sobrina cualquiera.
Un beso.
Que sepas que en este mundo misterioso, muchos que leemos, seguimos y admiramos no comentamos. El Thatcher tambien me gustó mucho, aunque soy un enamorado de los materiales modernos. Ánimo y adelante! Y no soy tu sobrino.
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