lunes, 1 de marzo de 2021

Seguimos en duelo

.... continúa

Todos estamos viviendo un duelo:  ¡La "muerte" de un estilo de vida!

¿Cuándo hemos vivido un momento, a escala mundial, en el que nos hayamos visto obligados a realizar tantos cambios y en tan poco tiempo?

El "Confinamiento", con mayúsculas, para mí no fue traumático, lo viví como algo inevitable que nos iba a conducir a la solución del problema, llego el verano y pude pasar 4 semanas en la playa con mi hija y mis nietos. La playa en Canet estuvo muy bien organizada.

Se suspendieron los Juegos Olímpicos, llegó el otoño y entonces empezó para mí el proceso de duelo.

El día 1 de enero, cuando vi vacío el patio de butacas de la Sala Dorada en la Musikverein de Viena durante el concierto de Año Nuevo, tome conciencia de la magnitud mundial de la pandemia de la Covid-19. El Mundo vivía una catástrofe sin parangón.

Yo no siento como pérdida no salir a tomar una cerveza o ir a un restaurante, no me importa no poder ir al cine, al teatro o a un concierto, no echo de menos ir de compras, que no se celebren fiestas me da igual, yo he perdido la posibilidad de subir a un avión y volar hasta Inglaterra para abrazar a mis nietos, he perdido ilusiones y todos hemos perdido la rutina del día a día.

La pandemia por la Covid-19 ha supuesto un impacto psicológico muy importante, hemos perdido el sentido de seguridad, la posibilidad de hacer previsiones, el control y lo más importante la libertad.

Esta experiencia que estamos viviendo es nueva para todos, lo que hemos perdido no siempre es fácil de precisar, las pérdidas no siempre están bien definidas, ni sabemos cuando llegará el fin de la pandemia.

Por esto, es difícil enfrentarnos a lo que ha ocurrido.

Y ¿podemos salir de esto? salir saldremos, eso espero, pero no sé cuando ni como.

El modelo de duelo TEAR de J. William Worden, “Task of Mourning” se basa en la idea de que el proceso de duelo requiere una participación activa, un compromiso para sentir las emociones y trabajar a través de los pensamientos difíciles y desagradables. Estas tareas incluyen aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones, adaptarse a la nueva situación y volver a encontrar sentido y satisfacción en la vida.

Elaborar el duelo requiere tiempo y un gran esfuerzo personal, es complicado.

El dolor no se puede negar, no hay que dulcificarlo, esta situación duele y mucho, pero tampoco hemos de reducirlo a una experiencia terrible y sin salida. Si huimos de las sensaciones de dolor, si lo negamos, no podremos enfrentarnos a él.

Hemos de saber reconocer lo que sentimos en cada momento; debemos "darnos permiso" para estar tristes, para llorar si nos apetece, para sentir rabia.

“To weep is to make less the depth of grief” (llorar disminuye la profundidad del dolor), dice el duque de York en la famosa obra de William Shakespeare, Enrique VI, parte 3, al ser incapaz de llorar; el personaje asegura en un hermoso diálogo que las lágrimas aminoran el dolor, y es cierto, llorar puede liberarnos, al menos un momento, del dolor emocional y del sufrimiento.

Yo he llorado y sigo llorando.

Limito la exposición a las noticias de la prensa y la televisión y me refugio en la lectura, la jardinería, la música, la escritura, las labores y la cocina, ser creativo puede ayudar a sentirnos mejor.

Marquémonos  una rutina adaptada a la nueva situación, así podremos tener cierta sensación de orden.

El Dr. Jenner vacunando. Ernest Board
La esperanza en la vacuna nos ayuda, pero vivamos en el presente y concentrémonos en las cosas que podemos controlar.

No podemos ponernos plazos, nadie sabe cuando terminará la pandemia; no puedo todavía hacer balance de pérdidas, dejemos que pase el tiempo, sin duda el tiempo es terapéutico porque vemos en perspectiva lo que ha ocurrido y nos ayuda a recordar con serenidad, a adaptarnos al cambio y a calmar la ansiedad. Necesitamos sosiego, la pandemia me permite vivir sin prisas; aprender a vivir sin prisa puede ser una enseñanza positiva de esta situación.

Muy pocas cosas positivas tiene esta situación pero alguna tiene,  hemos descubierto que hay gente que se preocupa por los demás sin esperar nada a cambio.

Algunas cosas creo que han llegado para quedarse, a mí me gustaría que a partir de ahora los saludos cambien, no me gusta que cualquiera me abrace o me plante un par de besos cuando lo acabo de conocer, un apretón de manos o una inclinación de cabeza me bastan. También me gustaría que la costumbre que tienen los orientales desde siempre de cubrirse con mascarilla cuando padecen una "gripe" o enfermedad similar, permaneciera. Espero que la gente haya aprendido a respetar una fila. No quiero más aglomeraciones.

Ha cambiado nuestra escala de valores, hemos reorganizado nuestras preocupaciones ante lo que ocurre en la vida. Los problemas siguen siendo problemas y hay que atenderlos, pero el grado de importancia o el tiempo que les dedicamos ha cambiado, lo que antes sentíamos como algo crucial que ocupaba toda nuestra atención, lo sentimos de una manera distinta. No podemos  planificar ni controlar.

No debemos tomar grandes decisiones en estos momentos; es mejor esperar, ya lo dijo San Ignacio en la Quinta Regla de la Primera Semana de sus Ejercicios Espirituales: "En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación. Porque así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar".

De la filosofía sufí podemos aprender que para elaborar el duelo hay valores como la confianza, la certeza, la paciencia y la resolución que son necesarios. 

El Mundo en el que vivía ha cambiado, no sé cuando terminará esta pesadilla y por ello es muy complicado elaborar el duelo. Lo que nos queda es aceptar lo que ocurre, la aceptación no significa que nos parezca bien lo que nos está pasando, significa que no podemos cambiar esta situación y hemos de adaptarnos.

Mi intención escribiendo esta entrada no ha sido dar consejos, porque: “Well, every one can master a grief but he that has it” (cualquiera puede dominar un duelo excepto el que lo siente), esta frase la pronuncia Benedicto en la escena II del acto III de la comedia Mucho ruido y pocas nueces de W. Shakespeare.

 Y para terminar, he encontrado en los pictogramas meteorológicos, una forma de resumir lo que ha ocurrido y como lo estoy viviendo.

Hace un año se desató una tormenta, una tempestad terrible, y llueve sin cesar, a ratos diluvia, abrimos paraguas para capear el temporal, pero aún no veo el arco iris que me brinde motivos para la esperanza: volver a ver el sol aunque sea entre las nubes.

jueves, 18 de febrero de 2021

El Mundo en duelo

.....y continúa

Muchos, muchísimos, reconocemos que estamos en duelo aunque no hayamos sufrido la muerte de un ser querido en esta pandemia.

El duelo, del latín dolus (dolor) y en ingles grief, es la respuesta emotiva a la pérdida de alguien o de algo, y ¿quién no ha perdido algo en este último año?

Cada pérdida supone un duelo, y la intensidad del duelo no depende de la naturaleza de lo perdido, sino del valor que le atribuimos, de los sentimientos y emociones que nos inspira lo que ya no tenemos.

Por lo tanto, el proceso de duelo está presente siempre que tiene lugar una pérdida significativa, siempre que perdemos algo que para nosotros tiene valor, un valor que puede ser real o simbólico, consciente o inconsciente.

Nasrudin Hodja andaba por su pueblo diciendo:

- He perdido la mula, he perdido la mula, estoy desesperado, ya no puedo vivir.

- ¡No puedo vivir si no encuentro mi mula!

- Aquel que encuentre mi mula va a recibir como recompensa...¡mi mula!

Y la gente a su paso le gritaba:

- ¡Estás loco, totalmente loco! ¿Estás desesperado porque perdiste la mula y ofreces como recompensa la propia mula?

Y Nasrudin contesta:

- Sí, porque a mí me molesta no tenerla, pero mucho más me molesta...¡haberla perdido!

Este cuento de la tradición popular Sufi nos puede ampliar la visión de la pérdida y su significado personal.

El luto con frecuencia acompaña al duelo. Mientras que el duelo es una experiencia y un proceso personal, el luto es la manera en que se expresa el duelo en público; son manifestaciones más o menos formalizadas y muy influidas por la cultura.

Durante el duelo experimentamos, casi invariablemente, momentos de tristeza. En Lucerna llamó poderosamente mi atención la expresión de la cara de una escultura en piedra, el León de Lucerna, de la que Mark Twain dijo: "es el trozo de piedra más triste, conmovedor y contundente del mundo".

Aunque habitualmente se considera el duelo como una respuesta emocional a una pérdida, el duelo también tiene una dimensión física, cognitiva, conductual y filosófica.

La persona que está pasando por un proceso de duelo puede presentar problemas de concentración, momentos de inquietud y ansiedad, perdida de apetito, tristeza, rabia, llanto, depresión, insomnio, cansancio o debilidad y sentimiento de soledad.

A efectos prácticos, puede servir el modelo de Kübler-Ross, formulado a finales de los años 60, para entender el duelo. Este modelo define el duelo como un proceso dividido en cinco etapas que a partir del momento de la pérdida se van sucediendo hasta recomponer el equilibrio inicial. Las etapas establecidas por esta autora son: fase de negación, fase de ira, fase de negociación, fase de tristeza y fase de aceptación.

Estas fases son un proceso y no secuencias o etapas fijas, de tal manera que no existe un corte claro entre una y otra fase, y existen fluctuaciones entre ellas.

Hay autores que no están de acuerdo con el modelo de Kübler-Ross; Neimeyer, por ejemplo, explica el duelo considerando variables personales, familiares y culturales. Estos aspectos son muy importantes y confieren un perfil único a cada proceso de duelo.

Pero el conocer las manifestaciones y las fases del duelo tienen utilidad práctica, si entendemos que las fases son un esquema orientativo y no rígido, nos puede orientar a la hora de saber en qué situación se encuentra la persona en su proceso de duelo.

Cuando Neimeyer critica las etapas de Kübler-Ross, olvida que la propia autora matiza que estas fases no siempre se suceden de una manera ordenada y secuencial, y tampoco se producen en su totalidad en todos los casos.

Neimeyer considera que el concepto de etapa favorece la creencia de que la persona en un proceso de duelo tiene un papel pasivo. Prefiere hablar de desafíos, subrayando así la importancia del papel activo que las personas deben adoptar para la resolución en su duelo. La persona que sufre una pérdida debe desarrollar una serie de tareas, ha de enfrentarse a lo que denomina desafíos del duelo. 

Los desafios también son cinco: el primer desafío es reconocer la realidad de la pérdida, el segundo abrirse al dolor, el tercero revisar nuestro mundo de significados, el cuarto reconstruir la relación con lo que se ha perdido y por último reinventarnos a nosotros mismos y seguir viviendo.

Por elaboración del duelo se entiende el transcurso del proceso desde que la pérdida se produce hasta que se supera, y depende como podéis imaginar de muchos factores, unos personales y otros ambientales.

La madurez emocional ayuda a reconocer y expresar las emociones.

La salud física y mental influyen y mucho, es lógico que si se tiene una enfermedad física o se padece un problema emocional el proceso  sea más complejo.

También condiciona la resolución del duelo el auto-cuidado, y me refiero a la capacidad  para cuidarnos física y emocionalmente; si sabemos reconocer lo que nos hace sentir bien y lo que nos ayuda en esos momentos, tenemos una gran ventaja.

Y ¡cómo no! la resiliencia, en mi opinión importantísima; el que es capaz de adaptarse a una adversidad, a una situación traumática y dolorosa y la transforma en una oportunidad de crecimiento personal y de aprendizaje vital, tiene mucho ganado.

Y no podemos olvidar la espiritualidad: la religión, la fe, las creencias, pueden actuar como bastón de ayuda en el proceso de duelo.

Hemos de tener siempre en cuenta que las manifestaciones de duelo no son universales, generalizables, sino que dependen de la cultura en las que suceden.

Creo que si has leído hasta aquí, ya más o menos tienes claro por que digo que muchos estamos de duelo y cada uno por un motivo diferente.

Continuará.....

- El descendimiento de Rogier van der Weyden, detalle de las lagrimas de san Juan y de Maria Salome. Museo del Prado.

- Escultura de Thorvaldsen en honor a los más de 700 guardias suizos que servían a Luis XVI y murieron en agosto de 1792 en manos de los revolucionarios que asaltaron el  palacio de las Tullerias.

- En la puerta de la eternidad (1890) - Vicent van Gogh. Museo Kröller-Müller.

lunes, 1 de febrero de 2021

1 de febrero de 2021

Tal día como hoy, hace un año, en las portadas de varios periódicos, el titular más importante fue que el Reino Unido dejaba la Unión Europea. Por cuestiones personales, esta noticia era trascendental en mi vida.

Otro titular, mucho más pequeño, se dedicaba a un virus que ha cambiado mi vida y la de todos los que poblamos la Tierra.

El  SARS-CoV-2, el coronavirus por antonomasia, ha lanzado al abismo al Mundo y ha dado al traste con nuestras vidas.

En el último año no hemos vivido, solo hemos funcionado.

El Mundo ha perdido muchas cosas, se han perdido vidas, salud, trabajos, eventos deportivos, actos culturales, viajes, fiestas y lo más importante, hemos perdido ilusiones y algunos la esperanza, que como decimos popularmente, es lo último que se pierde, pues  ahí estamos.

Estamos sumidos en una pesadilla de la que no sabemos ni como ni cuando vamos a despertar.

El Mundo está inmerso en  un duelo difícil de elaborar.

Continuará…..