Pasan los años y cada vez estoy más convencida de que la vida sin ilusiones, no es una buena vida.
La ilusión es una mezcla de fantasía y esperanza, algo que nunca nos debería faltar.Si no fuera por ella, la humanidad se consumiría entre la desesperación y el aburrimiento.
La infancia es ese tiempo en el que todavía no se conoce donde está lo imposible; la ilusión de la niñez no tiene límites y así debería de ser siempre.
Lo único que es eternamente joven es la fantasía, la imaginación en libertad. Cuando se empieza a tener razones para desmontar los sueños, se deja de ser niño.
Procuré que Lucía fuera una niña feliz. Cada vez que se le caía un diente, el ratoncito Pérez por la noche, le dejaba un regalito bajo la almohada; el conejito de Pascua le dejaba huevos de chocolate el sábado por la noche y el domingo al despertar, ella los iba descubriendo por el jardín y por los lugares más insospechados de casa; Santa Claus le dejaba regalos el día de Nochebuena y al despertar el día de Navidad los encontraba bajo el árbol y como no, los Reyes Magos fieles a su cita el día 5 por la noche le dejaban los juguetes que había pedido, y restablecían sus fuerzas con la leche, las galletas y las mandarinas que ella les preparaba antes de ir a la cama; cuando en el Más de Sala íbamos por el bosque a coger fresas silvestres, iba con mucho cuidado para no pisar a los gnomos que viven entre las raíces de los pinos y en las setas y solo salen por la noche para que nadie los vea.
Un día me dijo: “Mamá, ¿por qué los niños de mi colegio no se creen nada de lo que pasa por la noche?”. No era el momento de decirle que tal vez los compañeros del colegio empezaban a dejar de ser niños. Solo se me ocurrió decirle: “no lo sé, pero peor para ellos”.
* escena del belén de Benimaclet - diciembre de 2011
** un gnomo pillado in fraganti en la masía hace muchos años.
10 comentarios:
La mejor de las entradas. Muchas felicidades.
Ese es un buen entrenamiento para creer en lo imposible, algo que tanta falta nos hace en la vida cuando ya somos mayores. Me gusta esa definición que das de la ilusión: fantasía + esperanza.
Gracias Salvador, gracias Quique, comentarios como los vuestros son un buen regalo de Reyes.
Quique, yo también me emocioné con el 4º comentario en tu entrada del día 17 de diciembre en tu blog; que alguien como tú haga una afirmación como la que hiciste, me llena de orgullo y satisfacción. El que leas mi blog para mí es una responsabilidad enorme, me gustaría saber escribir como tú. Besos a los dos.
Muy bonito post. La infancia siempre nos trae recuerdos de nuestras primeras vivencias llenas de ilusión y fantasía, de lo felices que éramos y de lo felices e importantes que nos hacían sentir nuestros seres queridos. Luego nos queda el recuerdo mágico de aquellos días y el propósito de no dejar de ser siempre, al menos, un poco niños.¡Enhorabuena!
Sigo...siguiéndote. Gracias por tu dedicación. Me entusiasma leerte.
¡¡ Hasta coincidimos !!
Dichas sin fin,ahora y siempre.
Anónimo seguidor: me encanta que sigas siguiéndome, sigue así, seguiré procurando seguir, para seguir haciendo atractivo el blog a los que lo seguís. Gracias por seguir ahí seguidores, jeje.
En tiempos de la IIª República Unamuno escribió una carta abierta a los niños españoles con motivo de la fiesta de los Reyes Magos. Me parece que tu entrada les habría gustado mucho más. Saludos
Salvador, me gustaría leer la carta de Unamuno ¿la puedo conseguir de alguna manera sencilla?
ya he leido la carta que tan amablemente me has enviado en pdf. No creo que en aquellos tiempos los niños leyeran cosas así, por otra parte pienso ¡menos mal! yo soy niño y la leo,y tengo pesadillas
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