miércoles, 27 de noviembre de 2013

La revuelta de Bolonia

Hace unos días estuve en Bolonia, una ciudad muy interesante con el mayor  casco antiguo medieval de Europa. En la baja Edad Media fue allí donde ocurrió la historia que os voy a contar.

Corría el año 1334, mientras el Papa Juan XXII estaba en Aviñón, su delegado en Bolonia  decidió declarar la guerra a Ferrara. La situación de Ferrara permitía tener un control de las rutas comerciales y en general de todas las comunicaciones por el estuario del Po hacía el golfo de Venecia.
El ejército del legado pontificio se componía de tropas provenzales, apoyados por soldados bretones, al mando de un famoso general francés, el conde D'Armeniac.
También reclutaron a jóvenes boloñeses asegurándoles que la guerra iba a ser rápida y sin inconvenientes y sacrificios para la población de Bolonia.
Cuando se encontraban en la llanura del Po, para llegar hasta Ferrara y cruzar el río, construyeron un enorme puente de madera; en el momento en el que los boloñeses estaban sobre el puente, las tropas de Ferrara y los soldados venecianos que habían acudido en auxilio de sus aliados, cortaron las cuerdas que lo sujetaban y se derrumbó con gran estrépito cayendo al río todos los desgraciados soldados que estaban encima del puente en ese preciso momento.
La batalla se convirtió en un desastre para el ejército papal. Sólo la mitad de lo jóvenes boloñeses regresó a su ciudad y además en muy mal estado.
El legado y sus hombres tenían buenas razones para temer que se produjeran disturbios entre la población y por ello se hicieron fuertes en Bon Castello tras saquear  la ciudad y haber acaparado todos los víveres que encontraron a su paso. Bon Castello era una imponente fortaleza que se encontraba en el centro de Bolonia,
A los habitantes del lugar, se les ocurrió una idea sin precedentes: decidieron atacar la fortaleza, que en principio parecía inexpugnable, con estiércol. Empezaron por desviar las cloacas hacia las cañerías que abastecían de agua el castillo.
Colocaron ballestas y catapultas alrededor para lanzar los excrementos, salvando las murallas, para que cayeran en el interior de la fortaleza. La lluvia de mierda, ¿por qué no decirlo,? que se precipitó sobre el castillo, dejó atónitos a los asediados.
Cada vez llegaban más aliados de los boloñeses trayendo carros y carros de excrementos para apoyar esta singular batalla.
Y no faltó a la cita ningún buen boloñés que cada mañana no bajara de su casa sus “necesidades” hechas por la noche, para entregárselas a los que cargaban las ballestas.
Aportar las heces casi se convirtió en un deber social. Y los que mayor cantidad de mierda aportaban, tanto ellos como sus familias, eran vistos con respeto y admiración.
La gente de la región acudía a disfrutar del espectáculo, y los padres  les decían a sus hijos: "Si eres bueno, el domingo te llevaremos a ver la lluvia de mierda que se lanza contra los hombres del Papa".
Un cronista de la época dice que en aquel castillo había suministros acumulados suficientes para resistir un asedio durante al menos dos años, pero a los 15 días los asediados levantaron la bandera blanca y se rindieron, no podían resistir más la pestilencia, las moscas y la suciedad que inundaba el recinto; abrieron las puertas de la muralla de la fortaleza y salieron para alejarse cuanto antes de la ciudad y nunca más volver.
 
Esta parte de la historia ha sido silenciada por los historiadores oficiales. ¡La censura funcionó!
Pero estos hechos, cuya veracidad es difícil de probar por no estar debidamente documentados, han sido dados a conocer por Darío Fo ya que fueron  la fuente de inspiración  para escribir su monólogo de ficción histórica “Il tumulto di Bologna”.
 
* foto tomada en Bolonia el 2 de noviembre de 2013
** imágenes tomadas de Internet.

1 comentario:

Herminia dijo...


Debes de trabajar un monton para poder escribir todo esto. Muy interesante. Gracias por cultivarnos