domingo, 18 de marzo de 2012

si las abejas no picaran ...

            El dios Ra lloró y sus lagrimas de miel, al caer se transformaron en abejas. El motivo del llanto de Ra no sé si se conoce, tal vez lloró de alegría, porque sus lagrimas fueron dulces, de miel y las abejas son unos insectos maravillosos.
         Tampoco conozco el motivo por el que al pensar en abejas, lo primero que a muchos se les viene a la cabeza es su picadura en vez de pensar que son miembros de una sociedad muy interesante, que son maravillosos arquitectos en la construcción de sus colmenas, producen cera y miel y en su paseo entre las flores hacen de Cupido ya que polinizan las plantas y gracias a eso, los vegetales se reproducen y aseguran la vida en la tierra.
            Si en vez de zumbidos, cuando bailan entre las flores, emitieran agradables sonidos, ya no se les podría pedir más, muchos tendríamos una colmena en casa. Las laboriosas abejas obreras serían unas mascotas muy apreciadas.
            La abeja reina y los zánganos me merecen otra opinión que prefiero reservarme. Solo comentar que, "como no podía ser de otra manera", hasta el siglo XVII se creyó que "la abeja reina era rey", Swammerdam precisó con sus estudios el sexo de la reina al descubrir que tenia ovarios y oviducto.
            En Creta, visité el museo arqueológico de Heraklion y por primera vez, vi a las abejas como un insecto excepcional, al contemplar unos pendiente de oro de la cultura minoica. Mi interés siguió en aumento al ver en Roma, el escudo de la familia Barberini.
            La atracción por este insecto me ha hecho leer fábulas y tratados sobre ellas, algunos en mi opinión muy interesantes como "La vida de las abejas" de Maurice Mæterlinck de 1901.
            En otro orden de cosas, también creo que "La leyenda de las abejas", el texto más famoso de Mandeville (1714), es una lectura interesante que no trata exactamente de las abejas, en ella expone su provocadora idea de que no es la virtud, sino los vicios (el orgullo, la envidia, el egoísmo) los verdaderos motores e impulsores de la sociedad, los hombres son criaturas que se mueven por pasiones y no por la razón. Pero dejaré este asunto, y seguiré pensando en las maravillosas y hacendosas abejas que tantas cosas buenas nos ofrecen.
* abeja en un prunus de mi jardín.
** pendiente encontrado en el cementerio real minoico de Krysolakkos, cerca de malia. Museo de Heraklion. 

1 comentario:

Isabel Barceló Chico dijo...

Me ha encantado ver ese pendiente con las abejas. ¿Te acuerdas que en la "cova de la araña" (creo) hay una pintura prehistórica en la que se ve una figura recolectando miel? Desde épocas remotísimas el ser humano aprecia la labor de las abejas y goza de sus dulzuras. Viene bien recordarlas ahora, cuando hay tantas cosas amargas... Un abrazo, querida amiga.